La Guerra de España en Los Pedroches

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Aspiramos a que nuestra Red de Senderos se identifique por el pictograma de la serpiente senderista.

Nuestra serpiente se enrosca nerviosa dispuesta a tomar el sendero. Nuestra serpiente – cabeza en flecha – simboliza la sabiduría, la perfección y el dinamismo. Se trata de un símbolo universal de la naturaleza. Serpiente prudente y sutil, como la buena senderista. Serpiente – mujer, que representa el paganismo, la libertad de acción y el alma que se reencarna.

 

Conocer el transcurso de la Guerra Civil en la provincia de Córdoba, más concretamente en la zona de los Pedroches, es el primer paso para poder disfrutar de las rutas en toda su plenitud. Los tres años de guerra fueron algo más que la estabilización de los frentes y la mejora constante de las fortificaciones, puesto que se desarrollaron multitud de operaciones para rectificar frentes, castigar al enemigo, dañar la retaguardia o simplemente mantener una cierta tensión entre quienes habitaban las trincheras.

La guerra, además, conllevó una transformación radical en todos los aspectos de la vida de quienes vivieron en los Pedroches, combatientes o no, modificando la economía, la vida cotidiana, su número de habitantes, incluso en muchos casos el paisaje fue alterado de un modo todavía perceptible.

Cuando se produce el golpe de Estado del 18 de julio, en todos los municipios de la comarca se mantiene la expectativa de lo que sucede en Córdoba capital. En la mayoría de los pueblos los habitantes salen a las afueras de estos a la espera de acontecimientos. Tras un mes de incertidumbre, donde la lealtad o la rebelión al gobierno se suceden, la comarca al completo vuelve a estar controlada por las autoridades republicanas, al igual que prácticamente todo el norte de la provincia.

Desde este momento nos encontramos con diferentes fases, que marcan la evolución del conflicto en los Pedroches; son las siguientes:

En primer lugar los rebeldes de la capital se quieren asegurar las comunicaciones con Peñarroya para poder controlar, de este modo, su cerco industrial y aprovechar su capacidad de producción. Siguiendo este fin, diferentes columnas avanzan desde la capital, ocupando todos los pueblos por los que pasan (Villaharta, Espiel, Belmez, Peñarroya y Pueblo Nuevo), mientras que otra columna hace lo propio con el resto de la cuenca del Guadiato.

En este momento no hay todavía un frente fijo, sin embargo los batallones republicanos controlan la zona de Sierra Morena al sur de los Pedroches. El siguiente momento de importancia se da en marzo de 1937, cuando los franquistas desarrollan una operación cuyo objetivo es ocupar los Pedroches y llegar hasta Almadén. Comienza la Batalla de Pozoblanco, donde los franquistas son repelidos tras acercarse a las primeras casas de este pueblo y, a raíz de ahí, se inicia una contraofensiva republicana que, ahora sí, establece unas líneas de frente claras. Por la zona de la sierra se sitúan en la Loma de Buenavista, la Chimorra, el Calatraveño, Cámaras Altas, y se combatirá en torno a Peñarroya, objetivo republicano. Aquí se dan ocasionalmente movimientos de rectificación de frente, haciendo que algunas posiciones pasen al enemigo.

En tercer lugar, en junio de 1938, los franquistas nuevamente avanzan sus líneas, ahora en la zona del Guadiato. Aunque no afecta directamente a los Pedroches, este movimiento es importante ya que las líneas republicanas retroceden perdiendo bastante terreno.

Poco después, en agosto de este mismo año, lanzan otra contraofensiva, en este caso en el recodo del Zújar. Pese a que buena parte de la operación se desarrolla en la provincia de Badajoz, las tropas franquistas se situaron en el río Zújar, abriendo un nuevo frente y rodeando a la comarca por el noroeste.

En último lugar, a comienzos de 1939, se desencadena la ofensiva republicana contra Peñarroya. Esta ofensiva, a pesar de la enorme cantidad de medios materiales y humanos empleados, así como su éxito inicial, concluyó un mes después sin que se hubiera conseguido ningún cambio significativo.

La guerra, finalmente, concluirá en los Pedroches el día 27 de marzo, cuando todas sus localidades sean ocupadas por los franquistas.

Marco geográfico

La provincia de Córdoba se puede dividir en tres grandes regiones naturales: Sierra Morena, al norte; la Depresión del Guadalquivir, en el centro y la Campiña y Sierra Subbética, al sur.

La región norte, Sierra Morena, a su vez se ha dividido tradicionalmente en tres comarcas: Los Pedroches, el Valle del Guadiato y las Sierras de los Santos y Córdoba. Nos centraremos en la comarca de Los Pedroches.

Los Pedroches es una comarca natural perfectamente diferenciada por su litología, clima, vegetación, actividad económica y costumbres. Los Pedroches se caracteriza por su gran variedad de ecosistemas. Aunque predomina la dehesa también aparecen zonas de pinar, pastizal, monte mediterráneo, ecosistemas de media montaña, bosque en galería, olivar.

En cuanto a la red hidrográfica, en Los Pedroches nos encontramos con dos cuencas principales: los ríos que vierten sus aguas al Guadiana, y los que lo hacen al Guadalquivir. En la cuenca del Guadiana destacan los ríos Zújar y Guadalmez (que marcan los límites oeste y norte, respectivamente, de la comarca). En la cuenca del Guadalquivir encontramos los ríos Cuzna, Guadalbarbo, Gato, Varas, Yeguas.

La litología, la estructura tectónica, la hidrología y la historia geológica, han configurado un terreno llano en la zona central, coincidente con el gran batolito granítico, y otro más abrupto que enmarca al anterior por el norte y sur, y que, aunque no presenta grandes alturas, destacan en él los valles profundamente encajados de los ríos anteriormente mencionados y las elevaciones de las sierras de Santa Eufemia (al norte) y del Calatraveño, Loma de Buenavista, Chimorra. Aunque fuera de la comarca, otras sierras bordean la comarca: Alcudia, Garganta, Madrona, al norte; Trapera, Peñaladrones, Peña Crispina, al sur.

El clima de esta zona, mediterráneo, tiene dos estaciones muy marcadas: un invierno frío y moderadamente lluvioso y un verano seco y muy caluroso. Las lluvias están repartidas de forma muy desigual y en ellas tiene una fuerte influencia la topografía: son más abundantes en la zona sur, de sierra, que en la mayor parte de la zona central, más llana. En cuanto a las temperaturas, las medias del invierno y verano oscilan entre los 7-8 oC y los 26-27 oC respectivamente Nos obstante, nos encontramos con máximas absolutas en verano por encima de los 42 oC y mínimas en invierno que rondan los -4 oC.

Con este tipo de paisaje y el clima tuvieron que lidiar los combatientes de la guerra civil. La disposición de las lomas y sierras, en sentido general noroeste-sureste, dificultaba sin duda los movimientos de tropas hacia el norte de la provincia. En todos los casos, las operaciones realizadas o el lugar donde se construyeron las fortificaciones, estuvieron determinados por el marco físico de los Pedroches y Sierra Morena.

Arquitectura defensiva

Para poder comprender los restos en su conjunto se hace precisa una pequeña aclaración sobre la logística con que se construyeron los núcleos defensivos en las líneas de frente. Cuando el equilibrio de fuerzas se hizo evidente y se constató que era imposible un avance inmediato sobre el enemigo, comienzan a realizarse obras de fortificación, que presentan unas características comunes para ambos contendientes.

El primer elemento defensivo es la propia trinchera. Esta debía ser obligatoriamente estrecha para minimizar la extensión de una explosión en su interior y también tener un trazado en zigzag. Con este perfil se evitaban muchos problemas, como que una explosión se extendiera por toda la posición o que un tanque pudiera barrer su interior. A la vez permitía a sus defensores efectuar ataques en diferentes direcciones sin perder la cobertura.

Normalmente las trincheras estaban excavadas en el suelo, aunque, dependiendo de la dureza del mismo, podían estar protegidas con una pared de piedra o con sacos de tierra que sobresalían de la superficie. Por otra parte, solían acabar en pozos de tirador dobles, localizados en los puntos más ventajosos o avanzados.

La trinchera es un elemento que permite distinguir perfectamente quién las construyó. Las republicanas cuentan con una trinchera de acceso y otra perpendicular que es la que se orienta al frente. Del mismo modo, es frecuente que existan trincheras paralelas formando distintas líneas. Por su parte, los franquistas buscaron eliminar la trinchera como elemento defensivo, manteniéndola como comunicación entre otras posiciones mejor defendidas. La forma más frecuente es la trinchera con forma de semicírculo o circular, de la que van saliendo diferentes pozos de tirador.

Otro componente muy importante era el lugar donde se emplazaba la ametralladora. En este caso suelen ser lugares muy bien situados, con un campo de tiro abierto y, a ser posible, en el flanco. Estas armas precisaban una construcción mucho más sofisticada y normalmente las mejores estructuras contaban con cemento u hormigón.

En la parte más alta era frecuente situar el observatorio, desde el que se podía vigilar la actividad enemiga. Aunque la teoría apostaba por mantener los observatorios lo más ocultos posible, esto no siempre era factible por lo que quedaban claramente expuestos al enemigo. En consecuencia, suelen tener también una estructura más sólida, con materiales de mejor calidad.
En último lugar, detrás de las trincheras, pero dentro de la posición, se encontraba el puesto de mando desde el que el jefe dirigía la defensa o el ataque.

Pero la protección no se limitaba solamente a trincheras y pozos de tirador. Las alambradas constituyeron otro de los aspectos más destacados en las zonas de frente. Aunque no siempre era posible alambrar una posición debido a la falta de materia prima, lo ideal era establecer varias líneas de alambradas algo por delante de la trinchera, con el objetivo de impedir un avance enemigo o al menos dificultarlo. Lo más frecuente era clavar estacas de madera o metal donde se entrelazaba el alambre de espino. Para hacer más efectiva esta defensa se podían colgar campanas o cascabeles para advertir a los vigilantes de la cercanía de peligro, y tampoco fueron extraños los casos en que se colocaban granadas e incluso minas en sus inmediaciones.

En último lugar, la vegetación de la parte delantera era totalmente eliminada, permitiendo así un amplio campo de visión.

Hay muchos otros elementos defensivos a los que nos podemos referir. El camuflaje era esencial, por lo que se recomendaba que la tierra que saliera al excavar la trinchera no se depositara en su parte delantera, ya que en la distancia permitiría una localización fácil para la artillería enemiga. Para mimetizarse con el entorno se solía utilizar vegetación, que había que cambiar continuamente conforme se fuera secando para no delatar la posición con el cambio de color.

Por otra parte, las posiciones defensivas nunca debían establecerse en la cumbre, sino algo más abajo de la misma y de forma totalmente aislada una de otra, con el fin de dificultar la concentración del fuego artillero.

Realizar fortificaciones de primera línea era un trabajo muy arriesgado, del que no solamente se ocupaban manos especializadas, sino que también la misma tropa podía dedicarse a su construcción o acondicionamiento. Para evitar el hostigamiento enemigo durante su construcción, lo más frecuente era realizarlas a lo largo de la noche, con el mayor sigilo posible.

En cualquier caso, aunque se insistía mucho en mantenerse oculto de los ojos del contrario, lo cierto es que todo el mundo sabía exactamente dónde se encontraba el enemigo. No era infrecuente que durante el día, mediante un acuerdo mutuo, la gente se atreviera a pasearse por fuera de las trincheras o que, llegado el caso, se hicieran acuerdos para intercambiar noticias, periódicos, tabaco… Del mismo modo, la comunicación entre ambas posiciones también era algo cotidiano. En muchas trincheras se instalaron altavoces para facilitar una comunicación, que iba desde el insulto a la propaganda, pasando por las canciones.

 

Temas:


Localizador:  

AN.co-01

Nombre:  

La Guerra de España en Los Pedroches

Recorrido:  

Se recogen a continuación los recorridos propuestos en el libro Rutas de la Guerra Civil en Los Pedroches de los autores Manuel Vacas Dueñas, Pedro López Bravo y Pedro López Nieves, editado por la Diputación de Córdoba.
Los textos que acompañan las siguientes descripciones, así como el del contexto histórico y geográfico de la introducción proceden de la citada publicación, que, además, puede encontrarse en la sección Documentos de esta entrada de la web.

Fechas:  

La empresa Pedroches Wildlife organiza rutas interpretadas previa petición. http://pedrocheswildlife.com/

Organización(es):  


Contacto:  

Pedro López / Manuel Vacas

email:  

Refugio antiaéreo, El Viso. Córdoba

Se describen a continuación las 6 rutas distribuidas por toda la comarca. Son muchos más los vestigios encontrados en los Pedroches, en algún caso en muy buen estado de conservación (Patudas, Cuzna, Cerro Castillo, Canaleja, etc.), pero, al estar estos en terrenos privados, nos hemos visto limitados a aquellos que pueden ser observados desde una vía pública o camino de servidumbre. Además, no podíamos olvidar una de las estructuras que más importancia tuvieron durante el conflicto, y que tantas vidas salvaron: los refugios antiaéreos. Por ello sumamos una séptima ruta a dos municipios de Los Pedroches que cuentan con refugios totalmente restaurados y adaptados para las visitas: El Viso y Villanueva de Córdoba.
Disfrute de cada ruta, de los restos, del paisaje, de los hermosos pueblos de Los Pedroches, pero siempre con el máximo respeto. Respete las alambradas, mallas, portones y otras estructuras que se encuentre. Sobre todo, respete las trincheras y búnkeres que visite; evite subirse sobre ellas, mover piedras, o cualquier otro tipo de alteración. Dejemos que todos los visitantes puedan verlas, al menos tal y como están en la actualidad.

Sendero Ruta 1. La Loma de Buenavista

 

RUTA DE LA LOMA DE BUENAVISTA
DISTANCIA: 3,9 km.
DIFICULTAD: media.

La ruta comienza en el “Puerto de la Chimorra”, situado en el punto kilométrico 22,500 de la carretera CO-6410. En este punto tomaremos el camino conocido como Camino de los Canarios, que recorre la Loma de Buenavista. Aunque a unos 750 metros del inicio del recorrido podemos empezar a observar algunos restos en el lado izquierdo del camino, no será hasta haber recorrido 1.200 metros, en el punto donde se encuentra el panel informativo, cuando observemos las trincheras mejor conservadas.

La panorámica desde este punto es impresionante y nos permite comprender el porqué de la situación de las defensas en esta zona. Hacia el oeste, se divisan las elevaciones de las Morras del Cuzna, cerca del complejo minero del El Soldado; al norte la Sierra de Santa Eufemia y, resaltando sobre el horizonte, un edificio industrial de Pozoblanco (COVAP); algo más hacia el este puede verse en días claros Villanueva de Córdoba y, en el horizonte, las Sierras de Alcudia y Madrona. En los vallecillos al norte de la Loma de Buenavista, hasta Pozoblanco, se encuentran restos de trincheras, e incluso un polvorín (en la propia carretera CO- 6410); en este caso son republicanas.
Continuando la ruta los restantes 2,7 kilómetros, llegaremos al roquedo de Peña Águila, que destaca sobre el monte mediterrá¬neo. Si ascendemos por la linde del olivar (hay que señalar que es terreno privado), hacia la zona situada a la izquierda de la peña, se pueden observar también trincheras, aunque el paso del tiempo ha hecho que éstas sean difíciles de localizar, debido a que el monte las ha cubierto. En realidad, las trincheras se extienden tanto hacia el oeste (Chimorra y Calatraveño) como hacia el este.

Pasando un portón, justo al final de la ruta, hay una pequeña senda que, tras unos 350 metros, nos permite enlazar con la ruta señalizada de Peña Águila.
Aunque justo enfrente del inicio de la ruta (al otro lado de la carretera) hay una zona de pinar, el recorrido está dominado por el monte mediterráneo que, al finalizar el sendero, da paso al olivar. Hay que destacar el buen estado de conservación del matorral, sobre todo en la falda de Peña Águila. Encinas, quejigos, alcornoques, coscojas, brezos, jaras, jarillas, madroños, lentiscos, la¬biérnagos, son algunas de las especies que forman parte de este monte, en ocasiones impenetrable. También es fácil observar grandes rapaces sobrevolando las extensas zonas de olivares que rodean esta loma.
Los valles que se encuentran a ambos lados de la Loma de Buenavista, el del Cuzna (al norte) y el del Guadalbarbo (al sur), se encuentran dentro de una Zona de Especial Conservación (ZEC).

CONTEXTO HISTÓRICO

Tas la ocupación de Málaga en febrero de 1937, el General Queipo de Llano dirige su mirada al interior de la península con el objetivo de avanzar hacia la rica zona minera de Almadén. Para ello plantea una ofensiva que, necesariamente, ha de pasar por los Pedroches siguiendo varios ejes. En un principio debió parecerle una empresa fácil puesto que establecía un período de tres días para ocupar toda la comarca, sin embargo el ataque a varios municipios de los Pedroches se iba a convertir en la más estrepitosa derrota de los franquistas en Andalucía.
La maniobra debía iniciarse el día 4 de marzo cuando varias columnas salieran de Peñarroya, Espiel, Villaharta y Montoro. Su objetivo para esa misma noche era ocupar Fuente la Lancha, Villanueva del Duque, Alcaracejos, las principales alturas entre Villaharta y Pozoblanco así como las comunicaciones con Andújar para evitar la llegada de refuerzos. El objetivo para el día siguiente era hacerse con el resto de pueblos (Hinojosa, Villaralto, Pozoblanco, Villanueva de Córdoba…)

Las fuerzas que acompañaban estas columnas procedían de toda Andalucía y estaban compuestas por Regulares de Ceuta y Melilla, falangistas de Cádiz, Sevilla y Córdoba, Escuadrones de Sables, carros blindados, así como artillería pesada y zapadores. Los republicanos contaban con varias brigadas mixtas como la 20, la 73 o la 74 (estas últimas integradas por batallones locales como el Pozoblanco o el Pedroches junto al Garcés o el Villafranca) En total, sumando las fuerzas de ambos contendientes, entre 12.000 y 14.000 personas combatieron en los días iniciales de la ofensiva.

Debido a problemas meteorológicos el comienzo de la ofensiva se retrasa hasta las 9 de la mañana del día 6 cuando una serie de ataques ligeros por todo el sector inician los combates. Ya era algo tarde y se había anulado el efecto sorpresa. Las columnas no progresan según lo establecido gracias a que las nubes dificultan el apoyo aéreo a la vez que la resistencia enemiga ha conseguido hacerse fuerte en las principales alturas. Además, si nos fijamos en la orografía queda aún más patente el optimismo de Queipo de Llano sobre todo en el caso de la carretera Villaharta-Pozoblanco.

En esta carretera es Fermín Hidalgo quien dirige el ataque aunque su inicio se retrasó hasta el día 7. El batallón republicano Pedroches le hace frente en los Chivatiles de donde son rápidamente desalojados teniendo que relegarse hasta la Loma de Buenavista consiguiendo atrincherarse para hacerles frente. Se combate aquí duramente, preludio de lo que van a ser los dos años restantes, y la acometida franquista es tan fuerte que las fuerzas leales se ven obligadas a un nuevo retroceso cruzando el río Cuzna hasta la Loma del Puerco. Desde este momento parece que las fuerzas de Hidalgo flaquean quedando paralizadas en la zona hasta el día 17 de marzo.
Los días críticos de la Batalla de Pozoblanco se producen cuando las fuerzas atacantes que avanzaban desde Espiel y Peñarroya consiguen hacerse con Villanueva del Duque el 11 de marzo. Los combates son encarnizados y de una crueldad extrema combatiéndose casa por casa, en ocasiones ocupando cada contendiente una parte del pueblo. Esta situación se acrecienta cuando los franquistas se hagan también con Alcaracejos el día 15 dejando rodeados a soldados de las 20 y 25 brigadas mixtas republicanas. El camino hacia Pozoblanco está abierto.

Contra esta localidad preparan los franquistas sus ataques desde Alcaracejos y la carretera de Villaharta, además, ha mejorado el tiempo y comienzan los bombardeos sobre la población. En Pozoblanco, Joaquín Pérez Salas (Jefe del sector) comienza a organizar las líneas defensivas en los alrededores: en los cercados de piedra, detrás de las vías del tren, en la plaza de toros, en las primeras casas del pueblo, donde sea. Hasta el día 20 la lucha por Pozoblanco es brutal aunque gracias a la llegada de refuerzos se ha conseguido frenar la acometida franquista, alejar algo al enemigo e incluso iniciar una contraofensiva.
A partir de estos días la situación se invierte. Los franquistas intentan frenar la contraofensiva en las principales alturas, fortificándose urgentemente en la Loma del Puerco, la Atalaya o la Loma de Buenavista. De todos ellos van siendo desalojados y aunque el 2 de abril los

Sendero Ruta 2. Cerro del Castillejo del Viñón

 

RUTA DEL VIÑÓN
Distancia: 5,5 k.
Dificultad: media.
Marco geográfico

Para acceder al punto de inicio de la ruta, debemos tomar el trazado de la antigua carretera que une Pozoblanco con Belmez. A ella se accede en el punto kilométrico 374,8 de la N-502. Tras 8,3 kilómetros encontramos, a la derecha, el camino de la Romera. Siguiendo por este, transcurrido un kilómetro aproximadamente, tomaremos, a la izquierda, el camino del Viñón. También se puede acceder al camino del Viñón por el camino de la Laguna, en el punto kilómetro 4,275 de la carretera A-430; siguiendo por él durante 6,3 kilómetros, aproximadamente, enlazamos con el camino de la Romera.

Continuando por el camino del Viñón durante 1,75 kilómetros llegamos a un cruce de caminos; el de la izquierda (camino de Villanueva del Duque a las Caleras), tras unos 850 metros, nos conduce al punto de inicio de nuestra ruta.
Aunque la ruta, al ser circular, se puede empezar en sentido noroeste o suroeste, se recomienda empezar por este último. Siguiendo por el camino de Villanueva del Duque a las Caleras, unos 1.100 metros, llegamos hasta un cortafuegos, en el que se ha habilitado un camino por su lado derecho. Tomando este, a la derecha, apenas transcurridos 600 metros, ya coronando la subida, perdidas entre el monte se encuentran las trincheras del bando republicano. Desde estas se puede ver claramente, justo en el cerro opuesto, en dirección noroeste, el complejo de defensas franquistas del Viñón, situado unos 1.000 metros más adelante, al lado derecho del cortafuegos por el que se transita. En ese punto se encuentra un panel informativo. Para acceder es necesario seguir una pequeña senda, entre el monte, al lado de los restos de un búnker.
Justamente donde finaliza el monte y comienza la zona de olivar (a unos 1.750 metros desde el comienza del cortafuegos), tomamos un estrecho camino que se encuentra a la derecha y que conduce a una intersección de tres caminos; el de la derecha o camino del Viñón, nos conduce hasta el punto de inicio. Pero antes, desviándonos por el primer camino que vemos a la izquierda, se puede visitar un antiguo horno de cal restaurado: el Calerín. Un poco más adelante, por el camino de vuelta, se encuentra la fuente del Viñón.
Durante los meses de septiembre y octubre, se tiene la oportunidad de escuchar los ciervos en la berrea.

Contexto histórico

Tras la dura resistencia de Pozoblanco, la contraofensiva republicana tomaba tres direcciones diferentes: la carretera de Pozoblanco a Villaharta; la de Alcaracejos a Espiel y la de Villanueva del Duque a Peñarroya. La lucha por el importante núcleo minero e industrial del Terrible, ocupado desde octubre de 1936 por los franquistas, va a marcar en buena medida las pautas del resto de la guerra en el frente norte de Córdoba. Por un lado, los republicanos realizarán sucesivos ataques con la intención de controlarlo, mientras que las operaciones diseñadas por el Jefe del Ejército del Sur franquistavan a ir encaminadas a alejar al enemigo de Peñarroya.

El contexto histórico de esta ruta está, al igual que otras, marcado por los ecos de la Batalla de Pozoblanco. Conforme se agotaba el mes de marzo los ataques franquistas sobre la localidad comienzan a ser cada vez más débiles y el día 30 se produce ya una retirada masiva de atacantes ante el riesgo de ser rodeados por las brigadas republicanas. En la mañana de ese mismo día, las fuerzas de Pérez Salas se encuentran a 2 kilómetros de Alcaracejos por la carretera de Pozoblanco y a igual distancia por la de El Viso ejerciendo tanta presión que, al atardecer, Alcaracejos y Villanueva del Duque son ocupadas por soldados gubernamentales.

Desde el momento en que la balanza se decanta claramente a favor de las fuerzas leales, Pérez Salas se marca un objetivo muy claro. Se trata de aprovechar la fuerza de la contraofensiva para rodear y ocupar Peñarroya. Para ello empelará las recién llegadas fuerzas de la XIII Brigada Internacional que atacarán por el flanco derecho (sus objetivos son La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez) mientras que las brigadas 52 y 86, lo harán siguiendo la carretera de Villanueva del Duque a Peñarroya. El interés en controlar la localidad de Peñarroya estribaba en el enorme potencial minero e industrial que se había desarrollado desde finales del siglo XIX y en toda su infraestructura, puesta al servicio de los contendientes durante la guerra civil.

Desde el lugar por el que se desarrolla esta ruta podemos apreciar el punto en el que la llanura de los Pedroches se encuentra con las primeras alineaciones montañosas que darán paso al Guadiato. Este cambio de relieve coincide con el cruce de las carreteras entre Hinojosa – Belmez y Villanueva del Duque – Peñarroya y está controlado por elevaciones como Cabeza Mesada, Alcornocosilla o Alcornocosa. En su retirada los franquistas se atrincheraron en las cimas ya que, además de ofrecer una eficaz defensa natural, es de vital importancia para controlar las comunicaciones entre los Pedroches y el Guadiato.En sus inmediaciones le siguen, formando una muralla natural, alturas como Cerro Castillejo o el Viñón. Situándonos en la cima de este último lugar podemos hacernos una idea de lo arriesgado y complejo que tuvo que resultar combatir para ocuparlo en la primavera de 1937. De hecho, los republicanos emplearon 14 días en avanzar desde Villanueva del Duque hasta coronar el Viñón.

En la madrugada del 14 de abril, fecha icónica para los leales, los republicanos se hacen con dos importantes posiciones en la zona: el Cerro Castillejos y el Viñón. Este último es especialmente importante puesto que, como se señalaba en la época, es la llave que permite controlar la Alcornocosilla y, dominando ésta, se podría controlar todo el cruce de carreteras. A pesar de todo, los republicanos nunca conseguirán dominarlo al completo.
Por otra parte, este fragmento del frente presentaba una particularidad muy llamativa, que también puede explicar el enorme conjunto defensivo que se desarrolló en esta cota. El hecho de que los franquistas fueran apoyándose en las principales defensas naturales les obligó a replegarse hasta las escarpadas alturas de Peñaladrones, Pico Pelayo o Peña la Osa, algunos kilómetros detrás del Viñón. En beneficio de una mejor defensa pasiva cedieron bastante terreno a los republicanos, lo que les obligó a crear una bolsa que se adentraba en su línea principal.

Aunque no conocemos la fecha exacta, el Viñón debió pasar a manos rebeldes en el verano de 1937 puesto que en esas mismas fechas se desarrollan pequeñas operaciones en otros sectores del frente para ir configurando la línea a su favor. En cualquier caso este enclave se convertirá en uno de los lugares, como veremos, donde más empeño se puso para hacerlo inexpugnable. Otra fecha importante y que tiene que ver con el desarrollo de los trabajos de fortificación en la cota 780 es la de septiembre de 1938. En otoño de este año Pérez Salas desarrolla una nueva operación con el objetivo ya pretendido desde el año anterior: atacar por varios puntos para cortar las comunicaciones del frente norte con la capital y, a ser posible, llegar hasta la Córdoba.

El desarrollo de estas operaciones, que fracasarían a la postre, consiguió poner en manos leales las ventajosas posiciones que discurren entre Peñaladrones y Peña la Osa, causando alarma entre los mandos franquistas por la proximidad del enemigo a las comunicaciones entre Córdoba y Peñarroya. Aunque Queipo de Llano insistió en la necesidad de cerrar esta bolsa y desalojar al enemigo de la misma, la operación nunca llegó a llevarse a cabo, por lo que se optó por la otra opción, la de fortificar a conciencia.

Las fortificaciones

Situado en la parte más elevada del Viñón es fácil comprender las circunstancias del frente en este sector. Nos encontramos en uno de los vértices de la bolsa, justo en el lugar en que esta da un giro de 90º para enlazar, en dirección suroeste, con Peñaladrones, reconocible desde aquí gracias a sus peñascos. Las posiciones franquistas estarían bajo las mismas peñas desde donde tomarían un sentido sureste hasta Peña la Osa, para volver nuevamente al norte enlazando con el Sordo en el Puerto Calatraveño.

Tras la ocupación de esa línea por los republicanos y la suspensión de la operación para expulsarlos de la bolsa, los franquistas habrían de sufrir otra acometida enemiga donde el Gobierno de la República puso en juego los últimos restos del Ejército Popular: la batalla de Peñarroya. Ésta tuvo lugar a principios de 1939 y su magnitud volvió algo más cautelosos a los franquistas.

Aunque la distribución de los elementos defensivos en la cima del Viñón pueda parecer algo caótica, en realidad sigue un esquema bastante simple. Consiste en una trinchera que rodea toda la parte superior de la que, sucesivamente, van saliendo diferentes trincheras de comunicación que conducen a casamatas y nidos de ametralladora que rodean el cerro por todo su perímetro. También es unplanteamiento bastante avanzado ya que, para realizarlo, se han seguido todos los parámetros establecidos por el Cuartel General del Generalísimo sobre fortificación, algo poco frecuente en la mayoría de las posiciones del frente norte cordobés.

Para defender esta posición se ha eliminado la trinchera como elemento defensivo quedando únicamente como espacio de comunicación. Con diferentes construcciones, los ocupantes del enclave podían defenderse en todas direcciones tanto si el ataque venía de vanguardia como de retaguardia. También es fácil ver de qué manera existe una correlación entre el tipo de construcción y las defensas naturales del terreno. La cara orientada hacia el norte, hacia los Pedroches, controla un terreno muy amplio con una pendiente relativamente suave y una visibilidad excepcional. En este caso, las construcciones están algo más distanciadas pero mejor protegidas, ya que son las que pueden recibir ataques de la artillería enemiga. Se pueden observar varios nidos de ametralladora, fabricados con hormigón y cemento. En estas construcciones podemos destacar la tronera escalonada abierta hacia el exterior lo que permitiría un mejor movimiento con una ametralladora. En una de estas troneras sus constructores dejaron clara constancia de dónde se encontraba el enemigo al grabar una flecha apuntando hacia Pozoblanco.

Siguiendo la trinchera en el sentido de las agujas del reloj se suceden otras construcciones muy deterioradas que nos conducen a otro punto interesante de la posición. Orientadas hacia el este podemos observar dos construcciones cuadrangulares cuya entrada está defendida por un muro de piedra. Frente a estas posiciones se encontrarían las trincheras republicanas, separadas apenas por unas decenas de metros.

La otra cara del cerro, la orientada a retaguardia, tiene seis estructuras más pequeñas y cercanas entre sí lo que puede deberse a que el terreno es mucho más abrupto por esta cara. En este punto la trinchera de comunicación pasa entre las rocas o incluso debajo de ellas y en muchos casos la enorme acumulación de piedra es testigo de la pared que la protegió durante su recorrido. El tipo de construcción cambia en este lugar, predominando las casamatas para varios tiradores con dos o tres troneras y fabricadas de piedra con revestimiento de cemento.

Junto a las construcciones de carácter puramente defensivo existen otras de carácter auxiliar pero necesarias para la defensa. Lo excepcional del Viñón radica precisamente en que también se conservan estas estructuras auxiliares permitiendo hacernos una idea bastante precisa de cómo era un islote de resistencia en el contexto de la guerra civil. En primer lugar, bien protegidas por la propia roca, existen dos espacios cuadrangulares en los que estuvo alojado el servicio sanitario. Según varios testimonios el techo estaba protegido por varias vigas de hormigón hoy desaparecidas. Por otra parte, en la parte más alta, una construcción de hormigón descubierta se correspondería con el observatorio, elemento indispensable para controlar cualquier movimiento enemigo; finalmente, justo en el centro, excavado en el suelo y lugar desde el que parte la trinchera tenemos el puesto de mando.

Sendero Ruta 3 Pedroche

 

RUTA DE PEDROCHE
Distancia: 3,8 km.
Dificultad: baja

La ruta comienza en el Camino del Pozo del Rodeo, en el punto kilométrico 30,2 de la carretera A-435. Siguiendo este durante algo más de 2,5 kilómetros llegamos a la bifurcación con el Carril de la Loma. En ella giramos hacia la izquierda, en dirección nuevamente a la carretera A-435. Tras unos 1.100 metros se encuentra el panel informativo.

Justo tras el cartel podemos adentrarnos en las magníficas dehesas municipales del Pedroche; en ellas se puede ir descubriendo la extensa red de trincheras del bando republicano allí construida.
Este sistema de trincheras se dispone, durante unos centenares de metros, casi paralelo a la carretera.

Hay que remarcar que nos encontramos en una de las zonas de mayor extensión de dehesas de Europa, donde predomina la encina (Quercus ilex). Esto hace que sea especialmente interesante visitar el recorrido en la época de montanera: entre los meses de noviembre y enero. En esa época los cerdos ibéricos campan a sus anchas entre las encinas, comiendo las preciadas bellotas.
La alimentación a base de este fruto es un requisito imprescindible para que puedan ser catalogados como cerdos de bellota.

Si se nos hace de noche en la visita a las trincheras, no se puede perder la oportunidad de visitar el mirador estelar Al-bitruji, desde el que podemos observar con gran cantidad de estrellas, galaxias, planetas, como así lo atestigua la certificación Starlight con la que cuenta Los Pedroches.

Bien al comienzo, bien al final de la ruta, es aconsejable acercarse a la localidad de Pedroche. En ella, la visita a la magnífica iglesia del Salvador y su esbelta torre es imprescindible. En la iglesia destaca el artesonado de estilo mudéjar, la capilla del bautismo y las pinturas murales. En la torre sobresale su estructura interior y la escalera de acceso a los distintos cuerpos. Al lado de la iglesia está la ermita de Santa María del Castillo, también con interesantes pinturas murales. Cerca de la localidad se encuentra la ermita de Ntra. Sra de Piedrasantas y el Centro de Interpretación de las Siete Villas de Los Pedroches

CONTEXTO HISTÓRICO

Una de las rutas que más puede sorprender es la de las trincheras que se encuentran en el término municipal de Pedroche. Aunque no es un caso insólito, ya que en muchas localidades alejadas del frente se construyeron elementos defensivos en previsión de un posible avance, sí es un caso a destacar gracias a su excelente estado de conservación y a que son muy poco conocidas. Por otra parte, permiten hacernos una idea del planteamiento defensivo desarrollado en los Pedroches con motivo de la Batalla de Pozoblanco.

Las trincheras se localizan a unos 3 kilómetros de Pedroche, en la carretera A-435 que comunica esta localidad con Torrecampo y flanquean, a lo largo de varios cientos de metros, este antiguo camino. El objetivo, por lo tanto, era simple: hostigar desde el flanco al enemigo en su avance hacia el norte.

Aunque es difícil averiguar quiénes y en qué momento las construyeron, es fácil suponer que el contexto de las mismas estaría relacionado con los acontecimientos de marzo de 1937, que se construyeran mientras se producían los ataques franquistas a los Pedroches o poco después.

Durante la Batalla de Pozoblanco, cuando la confluencia de las columnas franquistas se está acercando peligrosamente al pueblo y prácticamente todas las fuerzas republicanas se han visto obligadas a replegarse para defender esta localidad, Pérez Salas marca una última línea defensiva que, bajo ningún concepto, debe abandonarse. El día 16 de marzo se había perdido Villanueva del Duque y Alcaracejos y la línea de frente se mantenía en el eje Fuente la Lancha, Villaralto, Añora y Pozoblanco. Suponía el jefe del sector que el enemigo iba buscando el avance o por El Viso y Santa Eufemia hasta Almadén o bien por Villanueva de Córdoba hacia Puertollano. Con el objetivo de frustrar sus intenciones, y si Pozoblanco llegaba a caer, se establecía una nueva línea de defensa marcada por Hinojosa, El Viso, Pedroche y Villanueva de Córdoba, poniendo especial empeño en controlar los caminos que conducían hasta estas localidades. Si esta última línea caía, las fuerzas de Pedroche y Torrecampo deberían permanecer fijas en sus posiciones, sin posibilidad de retroceder más, y ahí habría de caer el último hombre.

LA FORTIFICACIÓN

Es muy posible que, mientras los franquistas cercaban Pozoblanco, muchas otras personas se dedicaran a la construcción de estas trincheras para frenar el temido avance enemigo (algo que, durante ciertos momentos, llegó a tenerse casi por seguro). Las líneas defensivas se sitúan paralelas a la carretera en dos cotas que permiten un control efectivo de esta vía de comunicación. En la parte al sur, a lo largo de unos 1800 metros, vigilan la carretera con la forma tan característica de las trincheras republicanas, sucediéndose trincheras de acceso con otras enfrentadas al lugar por que debería avanzar el enemigo y alternándose varias líneas defensivas paralelas. El tramo más interesante es el que se construyó en la cota 614, el lugar más alto. Aquí, las paredes de piedra perfectamente conservadas, tienen una forma ondulante que se va adaptando a los elementos defensivos naturales, aprovechando las grandes rocas de granito para hacer más firme su defensa. Únicamente se pueden apreciar algunos derrumbes, pero estos desperfectos vienen a aportar un punto de interés a los restos, ya que se corresponden con las antiguas troneras. Recorriendo este parapeto se aprecia también cómo la pared de piedra sube y baja o se adelanta y retrocede de acuerdo a las características del terreno, siempre buscando controlar los puntos muertos o reforzar los lugares por donde era más fácil que se produjera un ataque enemigo. Si nos fijamos con detenimiento, es posible observar piedras formando embudos donde estaban localizadas las troneras.

Su construcción limpia, con piedras perfectamente alineadas, con una solidez que las acerca al siglo de vida, nos deja claro que las construyeron manos expertas, seguramente las mismas que tantas cercas habían construido ya, no muy lejos de aquí.

Quitando este pequeño tramo, el resto de las trincheras están excavadas en el suelo y siguen la misma dirección en paralelo a la carretera. Algo más al suroeste, en la margen derecha del Arroyo de Pozo Rodeo, cambian de dirección hacia el sur para controlar otro de los caminos que se dirigen a Torrecampo. Estos restos, aunque se han ido progresivamente rellenando con sedimentos, es fácil distinguirlos durante unos varios cientos de metros más.
En la otra parte de la carretera la línea defensiva es menos densa y está bastante más difuminada. El paso del tiempo, el ganado o el laboreo del terreno han ido progresivamente borrando su trazado. A pesar de todo todavía pueden distinguirse claramente en algunos puntos.

Posiblemente estas trincheras nunca llegaron a utilizarse ya que, como es sabido, los franquistas nunca consiguieron ocupar Pozoblanco durante esta ofensiva y cuando cae toda la zona, a finales de marzo de 1939, la División 112 franquista avanza contra un ejército derrotado y rendido sin capacidad para ofrecer resistencia.

Sin embargo, las noticias sobre estas posiciones no acaban aquí. Varios años después de finalizada la guerra Juan Romero Rey, vecino de Pedroche, presentaba una instancia al ayuntamiento pidiendo permiso para poder coger la tierra arcillosa, que le era tan necesaria para su trabajo, de la zona donde los republicanos habían construido las trincheras. Asimismo se comprometía a tapar las que quedaran ya que suponían un peligro para los animales que podían caer en ellas.

Sendero Ruta 4 Loma del Sordo

 

RUTA DEL CERRO DEL SORDO
Distancia: 4,5 km.
Dificultad: baja

La ruta comienza a la altura del punto kilométrico 380,6 de la N-502, en el Puerto Calatraveño, justo donde se encuentra la obra del escultor, nacido en Los Pedroche, Aurelio Teno.
En dirección sureste, por el camino de la Loma, podemos llegar a la cercana Cañada Real Soriana, que forma parte en este trazado del Camino Mozárabe de Santiago.

Para comenzar la ruta debemos seguir el camino asfaltado que pasa por debajo de la N-502; justo al pasar bajo el puente giraremos hacia la derecha, para, tras unos 170 metros, girar a la izquierda: estamos ya en el camino al Puerto Calatraveño. Siguiendo este camino principal (dejando primero un camino a la izquierda, después uno a la derecha y, de nuevo, otro a la izquierda), después de una suave subida de 4 kilómetros, llegamos a la zona conocida como “Las Antenas”. Aquí en este punto se encuentra el panel informativo, situado junto a un enorme búnker del bando franquista. Pero durante el ascenso, a unos 3,3 kilómetros del inicio, se puede observar el llamado “Hospitalillo”, rodeado por la vegetación. A este punto se trasladaban los heridos en batalla a sanar de sus heridas antes de volver al combate.

En esta zona predominan los pinares de repoblación, refugio de gran cantidad de ciervos. Estos son bastante fáciles de ver a lo largo de todo el recorrido. Además, sus huellas, junto a las de jabalíes, tejones o garduñas, son fácilmente reconocibles en las márgenes del camino (sobre todo tras la lluvia).

Por ello, es recomendable realizar el trayecto en época de berrea (durante los meses de septiembre y octubre); de esta manera se pueden escuchar los potentes bramidos de los ciervos machos, especialmente al amanecer y en las últimas horas de luz del día.

Junto al pinar hay zonas de monte, en el que las encinas se entremezclan con alcornoques y quejigos, que ponen una nota de color pardo en el otoño. Es esta la época en la que en la zona crecen numerosas especies de setas, entre las que destacan los preciados níscalos. Existe una ruta alternativa que, saliendo desde las mismas antenas, en dirección al Puerto de la Cruz, da un rodeo por la colina y nos conduce de nuevo al camino de ascensión por el que se transitó al principio.

CONTEXTO HISTÓRICO

Junto a la Loma de Buenavista, el Puerto del Calatraveño es otro de los puntos a destacar dentro de la Batalla de Pozoblanco. Este paso es una de las comunicaciones naturales con los Pedroches y conforme lo vamos cruzando en dirección norte podemos apreciar el cambio brusco de relieve al hacerse visible la penillanura con sus suaves ondulaciones.

Por esta vía avanzó otra de las columnas franquistas con el objetivo de llegar hasta Almadén en marzo de 1937,aunque la resistencia que tuvo que soportar fue mucho mayor que la que se ofreció en otros puntos. La columna, dirigida por Gómez Cobián, partió de Espiel con la misión de pernoctar en Alcaracejos, sin embargo,el fuerte temporal de lluvias desencadenado y la resistencia enemiga la obligaron a detenerse en el río Guadalbarbo durante varios días. Debido a estos contratiempos, Gómez Cobián fue apartado de la operación haciéndose cargo Manuel Baturone que sí consiguió romper la resistencia enemiga y ocupar Alcaracejos el día 15 de marzo.

Días después, ya dentro de la contraofensiva republicana,es la 25 brigada mixta la que dirige sus esfuerzos a presionar en la carretera hacia Espiel y será esta brigada quien se haga con el Cerro Sordo en una jornada de completo éxito para las fuerzas gubernamentales. El 6 de abril consiguen coronar la cima a la vez que en los otros extremos del frente se hacían con la Loma de Buenavista y Sierra Noria. Según el parte de guerra de la fecha por la carretera Alcaracejos-Espiel nuestras fuerzas han ocupado el vértice Sordo pero la aviación enemiga ha actuado muy intensamente sobre ellas teniéndolas inmovilizadas.Sin embargo, al igual que las otras posiciones, los republicanos no conseguirían mantenerla en su poder durante mucho tiempo ya que, como ha quedado expuesto en otras rutas, los franquistas pusieron especial empeño en posicionarse sobre la línea montañosa que daba vista a los Pedroches. No podemos determinar exactamente en qué momento volvieron a hacerse con el Sordo, pero para finales de mayo los rebeldes dan cuenta de haber ocupado una importante posición enemiga en el Puerto Calatraveño.

Otro aspecto a destacar del lugar en que nos encontramos es que, el vértice Sordo, con sus 933 metros de altitud, constituía uno de los dos extremos de la bolsa creada en la zona (el otro estaba en el Viñón) donde los franquitas habían cedido terreno para situarse en la alineación Peña de la Osa, Peña Crispina, Pico Pelayo y Peñaladrones. Como consecuencia, la fortificación tuvo un gran desarrollo ya que debía mantener vigilancia al norte, al oeste y al sur donde el enemigo se apostaba a no mucha distancia. Además, su posesión era vital para tener el control del mismo Puerto Calatraveño.

El Sordo se fue fortificando con una serie de núcleos defensivos entrelazadosque se extendían a lo largo de casi 2,5 kilómetros. Estos se iniciaban en la cota 915 (al noroeste del vértice geodésico), pasando por la cota 933 y siguiendo dirección sur en el mismo sentido del cortafuegos actual llegando hasta la base del cerro. Algunas de sus trincheras formaban un círculo que rodeaba puntos estratégicos llegando a alcanzar los 500 metros de longitud. Para hacernos una idea del imponente sistema defensivo podemos recurrir a la descripción de la época que lo describía así: densidad grande de efectivos. Fortificación por escuadras con pozos de tirador dobles, ramales de comunicación, cinco nidos de ametralladoras, cuatro abrigos blindados. En total la defendían tres compañías de infantería de la 23 División (324 hombres).

De todo este entramado prácticamente no queda nada. Las repoblaciones de pinos que se realizaron en los años 60 y 70 sepultaron los cientos de metros de trinchera hasta no dejar rastro alguno de su presencia. Solamente el observatorio, localizado muy cerca del vértice geodésico, recuerda que en el Sordo hubo una vez una guerra.

Este observatorio, orientado al noroeste, cuenta con una base de mampostería semienterrada mientras que la cubierta es de hormigón. Aunque en la actualidad desde su interior no es posible observar nada, debemos imaginar que en la época no existía prácticamente ninguna vegetación en su parte delantera, de modo que era posible obtener una amplia panorámica de todas las posiciones enemigas sobre las que ejerce una clara situación dominante.
Estas posiciones rodeaban las trincheras franquistas en diferentes direcciones a una distancia comprendida entre los 700 y 1000 metros. Estaban establecidas en cotas más bajas pero siempre enfrentadas y dominadas por la imponente masa del Sordo. Allá donde pongamos nuestra vista, en cualquier cerro o pequeña prominencia que se encuentre inmediata a ésta hubo una trinchera republicana. Muchas de ellas estuvieron ocupadas durante buena parte de la guerra por la 25 brigada mixta por lo que la mayoría fueron construidas por sus integrantes. En enero de 1938 la segunda sección de esta brigada había construido 30 metros de trinchera de perfil para francotirador de pie y 800 metros de alambrada en la posición denominada Cerro de los Carabineros con dirección a la derecha del indicado cerro, dando vista a Cerro Sordo.

Otro punto a destacar son las Morras del Cuzna, perfectamente identificables hacia el norte ya que rompen el suave relieve de la dehesa. Se encuentran muy cerca del poblado minero de El Soldado y fueron fuertemente defendidas por los republicanos con varias líneas de trinchera que controlaban la carretera a Alcaracejos y el cauce del río Cuzna.

Poco después de que los soldados de la 25 concluyeran sus trincheras, los observadores franquistas notaron una pequeña anomalía entre sus enemigos ya que la rutina diaria a la que están acostumbrados se rompe de repente. Informan de que el enemigo no ha hostigado como de costumbre, de que no dispara ni al anochecer ni al amanecer, de que se dejan ver menos y de que se muestran más cautos. Suponen que ha habido un relevo ya que oyeron a muchas personas cantando mientras se alejaban.

Pero no todo en los frentes secundarios es calma y conversaciones entre trincheras. Se acercaba una de las noches más aciagas de cuantas habrían de ver las trincheras del Sordo. El 8 de abril de 1938 los republicanos deciden atacar por este sector. En las primeras horas de la madrugada de este día, grupos de soldados de las brigadas 25 y 86 se lanzan al ataque de las posiciones del Sordo intentando avanzar desde el suroeste y haciéndose con las trincheras tras una durísima batalla cuerpo a cuerpo. En este combate murieron el capitán y todos los oficiales de la Compañía del 4º Batallón del Regimiento de Cádiz 33. A continuación, una vez asegurado este punto consiguieron seguir ascendiendo hasta la segunda línea de trincheras donde la lucha tuvo el mismo cariz. Al amanecer, la llegada del 6º Batallón del Regimiento de Infantería de Cádiz que se encontraba de reserva en los Chivatiles (carretera de Villaharta a Pozoblanco), vino a aportar el refresco necesario a los defensores, que consiguieron alejar al enemigo.

Tras esta noche, muchas noches más habrían de producirse ataques republicanos en el Puerto del Calatraveño ya que una vez superado el mismo el avance debía ser mucho más fácil que por el Puerto de la Chimorra. En este caso los lugares donde el enemigo podría ofrecer resistencia son mucho menores.

De nuevo, en septiembre de 1938 se produce otra operación republicana de importancia. En este caso se trataba de la puesta en práctica de un plan ideado por Pérez Salas para avanzar hasta la carretera nacional y cortar las comunicaciones entre Córdoba y Peñarroya (ver ruta del Viñón). Dentro de este contexto buena parte de los ataques se desarrollan en este sector del frente, concretamente en las posiciones al este del Puerto Calatraveño. El relato de los acontecimientos es estremecedor, pero es el testimonio real de un combate en el frente cordobés. Los ataques se inician a las siete de la mañana del día 20 con un intenso fuego de artillería, que duró hasta las ocho de la tarde. Media hora después de cesar el bombardeo comienza el avance enemigo que es intensamente cañoneado al encontrarse a 800 metros de las trincheras.

Para la nueve y media habían conseguido avanzar hasta situarse a 300 metros de las líneas franquistas pero fueron de nuevo frenados por una fuerte cortina de fuego. Una hora después los defensores franquistas se ven envueltos en una nube de humo consecuencia de los fuertes ataques que están recibiendo. Esto impide ver al enemigo, que se sitúa ya a 100 metros de las alambradas, aunque es detenido. Se suceden los ataques republicanos a las doce, a las doce y cuarenta y cinco, a las quince horas y a las diecisiete. A las seis y media de la tarde consiguen destruir varios pozos de tirador dejando sepultados en su interior a los defensores. A las 20 horas cesa el ataque, que se reanuda de madrugada aunque nuevamente es rechazado el enemigo, en este caso con bombas de mano. La situación siguió con una dinámica similar de ataques y rechazo de los mismos durante 24 horas más, hasta la madrugada del día siguiente cuando finalmente los atacantes son llamados a reunirse, retirándose acto seguido sin haber conseguido ocupar las posiciones.

Es difícil averiguar las consecuencias humanas de todos estos combates. Aunque los partes de guerra siempre tienden a exagerar la información en este sentido, la expresión el campo estaba completamente sembrado de cadáveres se repite constantemente lo que puede hacernos una idea de la dimensión humana de la guerra civil.

Sendero Ruta 5 Río Zújar

 

RUTA DEL ZÚJAR
Distancia: 1,5 km.
Dificultad: baja.

La ruta comienza en el Camino de Zalamea, situado en el punto kilométrico 18,9 de la carretera A-3280, tras pasar la ermita de Ntra. Sra. de Gracia de Alcantarilla. Siguiendo este camino durante 1,5 kilómetros encontramos el panel informativo donde, unos metros más atrás, se sitúa un enorme búnker, perfectamente mimetizado en el terreno y casi invisible desde el aire (imitando ser una vivienda en forma cuadrada).

Este búnker, perteneciente al bando franquista, es uno de los varios que se sitúan a lo largo del valle del río Zújar, que marca el límite, en gran parte de su recorrido, entre las comunidades autónomas de Andalucía y Extremadura.
Antes de iniciar la ruta es recomendable visitar la ermita (de planta original entre las ermitas de Los Pedroches) y el paraje aledaño.

Además, es aconsejable realizar la ruta alternativa propuesta, que está trazada, en parte, por el camino que siguen los belalcazareños para llevar la Virgen de la Alcantarilla, desde Belalcázar hasta la ermita.
El recorrido alternativo sigue, muy aproximadamente, la línea de búnkeres franquistas construidos en este lado del frente. Aunque casi todos están en terrenos privados, cabe la posibilidad de visitar alguno previo permiso de los propietarios del terreno. Uno de los búnkeres y un refugio antiaéreo están justo al final de un camino público.

Además, muy cercano a este último búnker, se puede acceder a las ruinas de un antiguo molino harinero, situado en el mismo río Zújar; en él se pueden apreciar los restos de la represa y las entradas por las que el agua penetraba en el cárcavo para mover los rodeznos (ruedas con aspas) que hacían girar las piedras volanderas.

También hay que hacer especial hincapié en los ecosistemas que podemos observar en el trayecto: el bosque de ribera del río Zújar, las zonas de cultivos y pastizales, entre los que se intercalan pequeños olivares y zonas adehesadas.
El recorrido no puede estar completo sin visitar la localidad de Belalcázar. En ella, un recorrido por sus casas señoriales, Pósito, iglesia de Santiago, o la visita al impresionante castillo de Los Sotomayor y al magnífico Convento de Santa Clara de la Columna, son imprescindibles.

CONTEXTO HISTÓRICO

Las posiciones que constituyen la línea defensiva del Zújar se crearon en agosto de 1938 cuando los franquistas llevaron a cabo una serie de ataques para hacerse con el recodo del río.
El verano de 1938 fue bastante exitoso para las operaciones franquistas. En julio culminaron con éxito el cierre de la bolsa de la Serena y,aunque buena parte de los combates se desarrollaron en la provincia de Badajoz, en la de Córdoba supuso un avance considerable de sus líneas en dirección noroeste tras la ocupación de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez. Estos pueblos del Guadiato quedaban ya prácticamente destrozados por los continuos bombardeos que habían sufrido durante la primavera de 1937 y aún habrían de cambiar de manos un par de veces más.

Para julio la primera línea franquista se apoyaba en alturas de considerable importancia estratégica como son el Cerro de los Médicos y las sierras Patuda, Trapera y de la Cinta y además se habían hecho con pueblos como Monterrubio o Castuera. A partir de estos enclaves montañosos, hacia el este, los republicanos se atrincheraban en las suaves ondulaciones de los Pedroches con altitudes que rondan los 500 metros, posiciones claramente menos favorables.

La fácil victoria conseguida en la Serena creaba un clima de confianza y entusiasmo entre las fuerzas rebeldes que pretendía ser aprovechada al máximo. Esto se materializó al poner los ojos en el recodo del río Zújar. Este río, que marca la frontera entre Córdoba y Badajoz en sentido noreste, cambia su dirección hacia el norte en la Estación de Belalcázar para, nuevamente, volver hacia el oeste y llegar desembocar en el Guadiana al norte de Villanueva de la Serena. Suponía una extensión de 1200 km2 e incorporaba en su interior varias localidades como Cabeza del Buey o Zarza Capilla.

Las ventajas que supondría el éxito de la operación eran muchas. Les permitiría controlar el nudo de comunicaciones de Almorchón además de acercarse peligrosamente a Almadén, recordemos que estas minas no las habían podido ocupar en la primavera de 1937 gracias a la tenaz defensa republicana en los Pedroches. También desde este punto pretendían desarrollar una operación posterior para ocupar la comarca pedrocheña, atacando en esta ocasión desde el norte. En último lugar, dejaban a su espalda las zonas llanas de la campiña extremeña fortificándose en importantes alturas más hacia el este.

Las divisiones franquistas inician su avance el día 9 de agosto con dos ataques simultáneos. Una columna, formada por la 112 División se dirige hacia Zarza Capilla y otra, compuesta por la 122 parte desde Monterrubio con dirección a Cabeza del Buey dejando el río a su derecha. Será la 24 División la que tendrá como objetivo cruzar el río y establecer una cabeza de puente en su margen derecha. Haciendo frente a estas columnas se encontraban el VII Cuerpo de Ejército republicano en Extremadura y el VIII Cuerpo de Ejército, mandado ahora nuevamente por Joaquín Pérez Salas, al sur del río. La 39 división republicana era la más inmediata al río y estaba compuesta por las brigadas mixtas 88, 103 y 115.

Durante los primeros días de la ofensiva, el avance franquista es imparable. La columna del sur llega el día 13 a cortar la carretera de Belalcázar a Cabeza del Buey, y el 14 cruza el río en la Estación de Belalcázar por lo que consiguen dejarlo como elemento defensivo en su flanco derecho. Simultáneamente, la columna del norte, avanza con igual empuje ocupando Cabeza del Buey, Almorchón y, el día 15, Zarza Capilla. Sin embargo, a partir de este momento, las tornas van cambiando en la Siberia extremeña con la llegada de Vicente Rojo a Almadén. El militar republicano se encargará de dirigir la defensa y posterior contraofensiva para recuperar lo perdido, mientras que por parte franquista Franco se niega a mandar más refuerzos, necesarios en el Ebro para frenar la acometida republicana.

La contraofensiva republicana será exitosa en la parte norte del recodo mientras que por el sur las líneas se mantendrán inamovibles salvo pequeñas posiciones que cambian de manos. En su retirada los franquistas han conseguido mantener en su poder el pueblo de Cabeza del Buey constituyendo un entrante muy alargado en las líneas republicanas. El objetivo del VIII Cuerpo de Ejército va a ser estrangular este entrante, dejando incomunicado Cabeza del Buey. A pesar de los intentos las brigadas gubernamentales no lo van a conseguir, y para primeros de septiembre casi todo el recodo del Zújar, excepto este entrante, ha vuelto a manos leales.
Línea de frente

Entre el Pajuelo, paraje inmediato a la Ermita de la Alcantarilla, hasta el Cerro Dos Ríos, en la Estación de Belalcázar y siguiendo el curso del río, quedó fijada la línea de frente desde septiembre de 1938. Las posiciones dominantes, como se puede observar, siempre son las franquistas, que eligieron situarse al norte o al sur del río según la orografía. Entre el Pajuelo y las Pizarras se sitúan al sur del río, en su margen derecha (excepto en el Pajuelo, que tienen el río a vanguardia). En este fragmento es donde encontramos los restos más imponentes de la línea franquista. Se trata de búnkers de hormigón que vigilan diferentes pasos y vaguadas. Algo más al este de la Pizarra, ya cruzado el arroyo Malagón, la línea defensiva franquista cruza el Zújar hacia el norte y, desde este punto hasta la Estación de Belalcázar, se mantiene en su margen izquierdo.

El contraste entre las construcciones cuando éstas están al sur o al norte del río esevidente. Cuando se encuentran al sur se fortifican en cotas similares a las que poseían los republicanos, sin ninguna ventaja estratégica y además con el inconveniente de tener el río a retaguardia. En estos casos sus construcciones son de hormigón. Sin embargo, cuando hay elementos naturales suficientes para ofrecer una defensa pasiva, se construyen simples trincheras en el suelo o con piedra. Por otra parte, cuando se localizan al norte del río, lo hacen en alturas dominantes, en cerros y vértices con buenas defensas naturales, por lo que no son necesarias unas construcciones tan imponentes. En estos casos sirvan de ejemplo Las Mangadas, el Membrillo o el Cerro Dos Ríos, todos en torno a los 530 metros. Los republicanos ocuparon alturas menores exceptuando algunos puntos pero estos se encontraban fundamentalmente en segunda línea (cerros Mojinera o Gallara).

Las construcciones franquistas.

Con objeto de conservar las líneas establecidas en septiembre, los ingenieros franquistas construyeron toda una línea defensiva a lo largo del río Zújar compuesta por seis búnkers de hormigón junto a un refugio blindado. Según las inscripciones que se conservan, estos fueron construidos en 1938 por la 18 Cía de Zapadores Minadores.

Aunque de toda esta solo una posición es visitable, todas tienen una estructura muy similar. El acceso se realiza por su parte trasera, lugar hasta el que conducía una trinchera cubierta. El espacio interior se encontraba siempre por debajo del nivel del suelo, y la tronera (lugar abierto por el que se realizaban los ataques) estaba a ras de la superficie. El interior consta de un pasillo en recodo con lo que se evitaba que una explosión en la entrada se extendiera hacia el interior. Al final de este pasillo se accede al cuerpo principal que encara la vanguardia. Este es más amplio y suele constar de una superficie central más elevada para apoyar la ametralladora y otros espacios laterales para los auxiliares de la misma.

Lo que más llama la atención es el grosor de la cubierta de este tipo de construcciones. Se comprende si tenemos en cuenta que por tierra eran muy difíciles de ocupar con lo que serían hostigadas, fundamentalmente, desde el aire. Por lo tanto, para protegerse de los ataques aéreos, necesitaban una buena protección. A su vez, para evitar ser localizadas por aviones enemigos, emplearon toda una serie de elementos de camuflaje y mimetización con el entorno. Lo más frecuente era incrustar piedras en la techumbre, así como cubrirlos de tierra o vegetación.

En último lugar no pasan desapercibidos los recuerdos que sus constructores quisieron dejar impresos para la posteridad en las paredes y techos de los búnkers. Unas manos marcadas en el cemento, saludos a Franco, fechas o pisadas son perfectamente visibles en la mayoría de ellos.

Sendero Ruta 6 Cerro Cohete

 

Ruta de Cerro Cohete
Distancia: 5,1 km.
Dificultad: baja

La ruta comienza en el punto kilométrico 2,5 de la carretera CO-8406, junto al arroyo de las Viñas, en la confluencia con la Cañada Real de la Mesta. Por la cañada se debe seguir durante 3,6 kilómetros, para, a continuación, tomar el camino de la derecha. Después de transitar por este unos 110 metros, hay que coger el camino de la izquierda. Seguimos por este camino 650 metros hasta encontrar el panel informativo.

El panel se encuentra situado justo al lado de una de las trincheras, que en este caso está cortada por el camino. Esta trinchera es la comunicación entre los nidos de ametralladora que protegían la posición y el puesto de socorro que se encuentra en el lado opuesto del camino. El puesto sanitario es fácil de reconocer, ya que estaba construido en un enorme hoyo excavado en el suelo.

Las trincheras están cubiertas por vegetación y rellenas en algunos tramos por tierra arrastrada por el agua de escorrentía; no obstante no es difícil seguir su trazado. En la época de construcción de las trincheras la vegetación debió desaparecer para permitir divisar el terreno (como en el resto de las zonas donde se encuentran este tipo de construcciones); en la actualidad está cubierta por dehesa y monte bajo, pero a pesar de ello se ven perfectamente las tierras aledañas.

La ruta puede completarse visitando la cercana localidad de Hinojosa del Duque. En ella es imprescindible la visita a la Iglesia de San Juan Bautista (conocida como la Catedral de la Sierra), el Convento de la Madres Concepcionistas, las numerosas ermitas que se encuentran dentro del casco urbano (San Isidro, de la Virgen del Castillo) o fuera de él (del Cristo) y el Museo Etnológico.
Contexto histórico.

Cerro Cohete, con sus 643 metros de altitud, se convierte en uno de los principales puntos dominantes controlados por los republicanos en la zona occidental de los Pedroches. Rodeado de campos con suaves ondulaciones constituyó un observatorio excepcional frente al que discurría la infranqueable cadena montañosa, fortificada a conciencia por los franquistas, de Mano de Hierro, Sierra Patuda y Sierra Trapera entre otras.

Tras la batalla de Pozoblanco y su contraofensiva la mayor actividad bélica se desarrolló en este sector del frente. Los republicanos, que en abril de 1937 casi podían atisbar las primeras viviendas de Peñarroya, vieron cómo el enemigo iba, poco a poco, alejándolos de su cerco minero e industrial a lo largo de 1937 y la primera mitad de 1938. En mayo de 1938 éstos perdieron una buena porción de terreno, entre el que se incluían fortificaciones de gran importancia estratégica como Sierra Noria o Sierra Patuda, visible desde este punto.

Las fortificaciones de Cerro Cohete podemos encuadrarlas entre todas aquellas que se construyeron en las inmediaciones de los pueblos para defenderse ante un nuevo ataque desencadenado por el enemigo. Situaciones similares nos encontraríamos en el resto de pueblos de los Pedroches como Villanueva del Duque, Alcaracejos o Pozoblanco, incluso localidades más a retaguardia como El Viso o Dos Torres, contaron con ellas.

Aunque es difícil determinar en qué momento exactamente se construyeron estas trincheras sí podemos deducir que desde la contraofensiva republicana de 1937, y debido al movimiento de las líneas franquistas en los meses posteriores, se fueron mejorando y perfeccionando. Deteniéndonos en la panorámica que nos ofrece este entorno no es difícil entender cuál era la estrategia franquista respecto a la zona de los Pedroches. En junio de 1938 volvieron a hacerse con Valsequillo, La Granjuela y Los Blázquez haciendo avanzar su línea hasta la cadena montañosa que se observa desde aquí. Con esto contaban con una excelente base de partida que les permitiría operar en zona más llana, eligiendo incluso qué dirección seguir en el ataque. Dos meses después, en agosto, se produce otra ofensiva que solo triunfará en parte, el ataque en el recodo del Zújar. Aunque no se completará con éxito les permitirá controlar toda la margen izquierda del río con lo que las fuerzas republicanas van observando cómo el enemigo los va rodeando.

Dentro de este envolvimiento progresivo Cerro Cohete se mantenía como una segunda línea defensiva. Sus trincheras no se limitan exclusivamente a los alrededores del vértice geodésico, sino que tienen continuidad a lo largo de 1200 metros. Estas comenzaban abajo, en el Camino de la Zarza y continuaban en sentido ascendente hasta llegar a la cota 643 para descender nuevamente en sentido noroeste controlando de esta forma varios caminos que se dirigían a Hinojosa.

La trinchera del Camino de la Zarza consistía en una trinchera transversal al mismo camino cuya función era básicamente de vigilancia. Sin embargo, conforme ascendemos se repite el mismo esquema, muy usado por los republicanos en las fortificaciones construidas en los Pedroches. Se trata de tramos de trincheras en forma de T invertida donde la parte más larga es la que permite el acceso o evacuación y la más corta el fragmento de trinchera enfrentada al enemigo. En este caso estos tramos tienen diferente orientación, encaradas siempre a caminos y vaguadas por donde podía producirse el ataque.

El estado de conservación de las trincheras es diverso. En general puede apreciarse su recorrido y advertir el pronunciado zigzag característico. En algunos puntos son visibles todavía los parapetos de piedra que protegían a sus defensores aunque en la mayoría de los casos se han ido colmatando por la erosión y los parapetos derrumbando hacia el interior. El punto donde mejor podemos observar el recorrido de las trincheras es donde una de ellas, muy bien definida, recorre la parte trasera del cerro y desemboca en un espacio bastante profundo que fue utilizado como puesto de socorro.

Una posición de segunda línea, sin embargo, estaría sujeta a otras normas diferentes a las que regían en la primera. No debía existir una tensión constante y por la noche debería descansarse con relativa tranquilidad. A pesar de todo la actividad nunca cesaba ya que continuamente se hacía instrucción teórica y práctica sobre armamento y fortificaciones, se mejoraban las trincheras, se vigilaba al enemigo, se transportaba material y se relevaban tropas.
Sin embargo, lo más impactante de Cerro Cohete no es lo que se ve, sino lo que no se ve. Lo más sobrecogedor de observar las vistas que podemos apreciar desde aquí es imaginar que frente a nuestros ojos, donde ahora todo es silencio, se produjo una de las últimas batallas de la guerra civil que dejó el campo sembrado de cadáveres, muerte y destrucción. Cerro Cohete es un excelente mirador no solo para observar un paisaje de dehesa y bosque mediterráneo, también lo es para reconstruir la batalla más cruel que vio el frente del sur.

Esta batalla, conocida como la Batalla de Valsequillo o la de Peñarroya, se desarrolló durante los meses de enero y febrero de 1939 constituyendo la última apuesta del Gobierno de la República por asestar un golpe al ejército franquista a la vez que pretendía distraer fuerzas enemigas del avance en Cataluña. En su desarrollo se enfrentaron más de 160.000 personas, 72.000 combatientes franquistas y 92.000 republicanos. Cuando concluyó, el 4 de febrero, se habían producido 30.000 bajas, 10.000 de ellos muertes (8.000 republicanos y 2.000 franquistas).

El contexto de este último enfrentamiento lo encontramos en el Plan P diseñado por Vicente Rojo. Este plan llevaba algún tiempo sobre la mesa de los principales dirigentes militares republicanos pero nunca había acabado de llevarse a cabo puesto que el desarrollo de la guerra había hecho más necesaria la acción en otros frentes. En general consistía en realizar ataques en diferentes lugares del frente sur para conseguir avanzar hasta la frontera portuguesa y dividir la zona rebelde en dos. Uno de los múltiples ataques debía desarrollarse en el frente norte de Córdoba, concretamente en el entorno de Peñarroya.

Finalmente, el general Rojo firma la orden de operaciones el 6 de diciembre de 1938 para el desarrollo del Plan P. Se establecían tres operaciones sucesivas que eran las siguientes:

1. Desembarco en Motril creando una amenaza sobre Málaga o Granada. De esta forma los franquistas retirarían fuerzas del frente andaluz para dirigirlas al sur.
2. Operación en el sector de Extremadura, avanzando sobre Peñarroya. Cinco días después del desembarco se produciría el verdadero ataque cuando tres cuerpos de ejército deberían romper el frente.
3. Ataque complementario en el frente del centro para cortar las comunicaciones entre Madrid y Extremadura.

A la zona de los Pedroches debieron desplazarse unas 100.000 personas y a todas había que mantenerlas lo más ocultas posible. El cuidado con que se planeó la operación fue extremo. Las fuerzas republicanas deben avanzar de noche y a pie; los camiones deben mantener las luces apagadas y ninguna persona puede alojarse en pueblos durante el día si no solo durante la noche. Con la luz del sol deben permanecer en zonas de bosque, ocultos de la aviación enemiga.

A pesar del cuidado extremo que se puso en el movimiento de fuerzas, el enemigo comenzó a tener sospechas. Sus informes dieron cuenta de ruido de tractores durante la noche, seguramente emplazando en sus lugares las piezas de artillería. También perciben una inusual concentración de personas en varios pueblos (Belalcázar, Hinojosa, El Viso, Dos Torres). Saben que algo pasa, que se va a producir un ataque importante aunque no son capaces de definir exactamente por dónde. Quizá esto explique por qué, entre los días 18 y 27 de diciembre de 1938 son bombardeados muchos pueblos de los Pedroches (Hinojosa 4 veces, Pozoblanco 3, Villanueva del Duque 2, Alcaracejos 1, Belalcázar 2 y El Viso 1).

Durante la madrugada del 5 de enero Cerro Cohete debió ver pasar a cientos de hombres. El XXII Cuerpo de Ejército republicano comienza a concentrarse al norte de Sierra Patuda bajo la orden estricta de no dar voces, ni encender hogueras, manteniendo siempre el máximo silencio. A las 7 de la mañana comienza el fuego de la artillería y los bombardeos de aviación.

Desde Cerro Cohete vieron también cómo, a las 8 de la mañana del día 5 de enero, 40 tanques seguidos por las divisiones republicanas 6 y 47 arroyaban la Sierra Patuda, desalojando completamente al enemigo. Para las 12 ya han conseguido abrir una brecha en las líneas franquistas por la que comenzarán a introducirse avanzando rápidamente y conquistando cada vez más terreno. Para el día 7 han ampliado la bolsa a una superficie de 600 km2 dejando Peñarroya en su flanco izquierdo.

Desde Cerro Cohete, sin embargo, también verán cómo, a pesar de haber abierto una brecha de 9 kilómetros de anchura, los extremos se mantienen firmes e inquebrantables, resistiendo cada nueva envestida. En el flanco derecho, los franquistas resisten en Sierra Trapera mientras que en el izquierdo lo hacen en Mano de Hierro y el Cerro de los Médicos. Huelga decir la violencia con que se suceden los combates que en muchos casos son cuerpo a cuerpo. A veces los contendientes llegaron a ocupar partes de una misma sierra como sucedió en Sierra Trapera o en Sierra Tejonera por lo que la lucha es todavía más cruel. Y otras veces los ataques se repiten sistemáticamente sin conseguir alcanzar el objetivo. El Cerro de los Médicos, en el fragmento izquierdo del frente, fue atacado en siete ocasiones por los republicanos el mismo día, sin conseguir nada.

La batalla continuó durante un mes aunque el hecho de no conseguir eliminar el entrante de Sierra Trapera fue ralentizando el avance republicano que, hasta el 22 de enero estará ocupado intentado deshacerse de él. Esto dio tiempo a que acudieran los refuerzos franquistas que inician la contraofensiva devolviendo la línea a su estado primitivo el día 3 de febrero.

La situación volvía al punto de partida, y Cerro Cohete volvía a convertirse en una segunda línea defensiva. Un ejemplo que ilustra bastante la función de este enclave así como la violencia de la batalla es que cuando concluyó, la 125 brigada mixta se retira a Cerro Cohete para descansar y reorganizarse tras haber perdido al 40 % de sus componentes en el transcurso de los combate

Sendero Ruta 7 Los Refugios

 

RUTA DE LOS REFUGIOS

Son varios los refugios antiaéreos que se encontraban repartidos por la comarca de Los Pedroches (por ejemplo en Hinojosa del Duque, Pedroche o Pozoblanco) pero solo son dos los que quedan perfectamente conservados y pueden ser visitados: el del municipio de El Viso y el de Villanueva de Córdoba. Al ser estructuras cerradas es necesario contactar con los ayuntamientos de estas localidades para poder acceder a ellos.

Aunque son numerosas las carreteras por las que podemos ir a El Viso y a Villanueva de Córdoba, se recomienda planificar la ruta de tal manera que en ella se incluyan los municipios de Dos Torres y Pedroche.
En el primero destacan el casco antiguo con sus casas blasonadas, las iglesias de la Asunción y Torrefranca, el Centro de Interpretación de la Arquitectura Popular, el Pozo de la Nieve.

En Pedroche, además de ver lo reseñado en la ruta de su mismo nombre, destaca la singularidad de que en algunas casas de su casco urbano hay las llamadas “cuevas”: una especie de bodega o sótano subterráneo excavado en muchos casos en la roca del sustrato. Una de estas cuevas se encuentra en el Hogar del Pensionista (al lado de la Plaza de las Siete Villas), que tiene un horario de apertura muy amplio, por lo que se puede visitar fácilmente. Se cuenta que, en previsión de un bombardeo, estas cuevas podrían usarse como refugio.

CONTEXTO HISTÓRICO

El desarrollo de la guerra civil y la estabilización de los frentes en el norte de Córdoba convirtieron a las localidades de los Pedroches en pueblos de retaguardia situados muy cerca de los lugares donde se combatía. Este hecho determinó la vida cotidiana de las personas que vivieron en ellos durante los tres años de guerra así como la de los cientos de refugiados que habían ido llegando desde los pueblos del sur.

En Hinojosa, en Pozoblanco o en Villanueva de Córdoba se creó una importante infraestructura destinada a abastecer las necesidades del frente: depósitos de gasolina, almacenes de armas o alimentos, jefaturas militares, concentraciones de soldados, hospitales militares… Ninguno de ellos pasaba desapercibido al enemigo quien, constantemente, realizaba vuelos de reconocimiento u obtenía información importante procedente de los evadidos que abandonaban la zona leal. La consecuencia más inmediata que conllevaba la localización de estos edificios era, evidentemente, convertirlos en objetivos y buscar su destrucción.

Como es bien sabido, España se convirtió en el campo de experimentación y preparación de muchas técnicas que se desarrollarían con posterioridad en suelo europeo durante la Segunda Guerra Mundial. Una de las técnicas de guerra más empeladas durante la Guerra Civil fue el bombardeo sobre las poblaciones civiles de retaguardia, algo hasta entonces prácticamente inédito y que solo se había puesto en práctica, mínimamente, durante la Primera Guerra Mundial.

La dinámica de los bombardeos a la población fue utilizada por ambos contendientes aunque es cierto que la superioridad aérea rebelde, especialmente por la ayuda aportada por italianos y alemanes hizo que sus bombardeos fueran mucho más frecuentes y mortíferos que los llevados a cabo por la leal. Es más, la aviación experimentó un auténtico progreso en estos años respecto a la autonomía de los aviones, la capacidad de carga o el posicionamiento de objetivos en tierra que la convirtieron en un arma verdaderamente letal.

Al bombardear poblaciones civiles, los franquistas no solo buscaban la destrucción de depósitos de gasolina, de puentes, carreteras o núcleos de comunicación ferroviaria, sino que también perseguían aterrorizar a la población civil manteniéndola en un estado constante de alerta y terror psicológico.

La respuesta por parte del Gobierno de la República fue organizar la DECA (Defensa Especial Contra Aeronaves) a través de varios decretos con el objetivo de homogeneizar las medidas de defensa antiaérea en todo el territorio leal y fomentar los elementos de defensa pasiva. Mediante un decreto publicado en junio de 1937 se establecía la obligatoriedad de crear Comités Provinciales y Locales como órganos directores de las medidas referentes a la defensa pasiva obligando, de esta manera, a que cada municipio organizara todo lo referente a su propia defensa frente a los ataques aéreos. El Comité Local, del que debemos suponer que existieron varios en las localidades de los Pedroches, estaría compuesto por el Jefe de la Defensa Especial contra Aeronaves local o el alcalde del municipio en caso de que éste no existiera; un técnico municipal; un médico; un farmacéutico o químico o especialista en gases de guerra; un militar; un representante de la prensa y un secretario.

Los gastos ocasionados en la organización de este tipo de defensa deberían correr a cargo de los beneficiarios de la misma, es decir, de los habitantes del municipio. Aunque en los casos de Villanueva y el Viso desconocemos de qué forma se financió la construcción de los refugios (¿??) en otras localidades se establecieron impuestos especiales sobre las ventas de tejidos, víveres, zapaterías, hoteles, fondas e incluso sobre la venta de cerveza.Lo más frecuente fueron las aportaciones personales en dinero o bien en trabajo.

En reglamentaciones posteriores se establecían otras medidas complementarias para la mejora de la defensa pasiva y fueron, sin duda, medidas que condicionaron enormemente la vida cotidiana de los habitantes de los Pedroches. Se creaba, por ejemplo, una Sección de Ocultación y Camuflaje cuyo objetivo era estudiar y aplicar medidas que dificultaran la localización de las localidades por la aviación, especialmente durante la noche. Se obligaba a los vecinos a mantener la máxima oscuridad durante la noche, impidiéndole la iluminación exterior de las casas o pintando de negro cualquier punto que pudiera reflejar la luz.

En último lugar se establecía una red de escucha cuyo objetivo era avisar, con la suficiente antelación, de la llegada de aviones y dar tiempo a la población a acudir a los refugios. Esta red de escucha debió tener escasa efectividad en la comarca de los Pedroches ya que, debido a la cercanía del frente a estas localidades, el tiempo transcurrido entre el avistamiento de la aviación y el aviso a la población era muy reducido por lo que se vivieron escenas de auténtico dramatismocon ocasiones en las que mientras la población estaba acudiendo al refugio estaba comenzando el bombardeo. Un ejemplo de ello son las ocasiones en que las bombas cayeron justo en la entrada del refugio mientras la gente estaba entrando.

Los bombardeos sobre las poblaciones de los Pedroches comenzaron ya en 1936 aunque su intensidad fue creciendo progresivamente conforme avanzaba el conflicto. En agosto de este año parece que se produce un bombardeo por parte de la aviación leal sobre Pozoblanco, sin embargo, éstos se incrementan notablemente durante la Batalla de Pozoblanco (primavera de 1937) cuando los franquistas bombardean los pueblos desde el aire y desde tierra. El cénit de este tipo de guerra se dará especialmente en 1938 y sobre todo en su segunda mitad. En este año se efectuaron 38 bombardeos sobre diversas poblaciones de la comarca, aunque las más castigadas fueron Hinojosa (11 bombardeos), Pozoblanco (6 bombardeos) y Belalcázar (6 bombardeos) no se libraron Villanueva de Córdoba, Dos Torres, Villanueva del Duque, Alcaracejos o El Viso. Muchos de estos ataques a la población se produjeron en agosto, en el contexto de la batalla por el recodo del Zújar y otros muchos en diciembre, cuando los aviones franquistas comenzaron a observar movimientos de tropas que tendrían que ver con la gran ofensiva republicana de enero de 1939.

Frente a este panorama, y una vez constituida la DECA, comenzaba la organización de la defensa pasiva en las diferentes localidades de la comarca. Inicialmente se utilizaron como refugios antiaéreos los sótanos particulares, las plantas subterráneas de algunos edificios (los del Póstio en Pozoblanco) o las propias iglesias ya que estaba comprobado cómo, en muchos casos, los franquistas evitaban dañar este tipo de edificios. Otro sector importante de la población prefería, cuando le era posible, salir del pueblo y esconderse entre la vegetación o bajo los árboles puesto que el objetivo de los bombardeos era la localidad, no sus inmediaciones.

Conforme los ataques aéreos se fueron convirtiendo en algo más cotidiano y frecuente, comenzaron a regularse lasdisposiciones relativas a la construcción de refugios que, en buena medida, seguían los parámetros válidos para la construcción de trincheras en el frente. La DECA también reguló el oscurecimiento de las poblaciones, la creación de diferentes brigadas que atendieran lo relacionado con los bombardeos (gases de guerra, desescombro, transporte de heridos…) así como los avisos ante el avistamiento de la aviación.

La tipología de refugios es muy variada pudiéndonos encontrar en los Pedroches una importante representación de cada una de ellas. Lo principal es que el refugio debe construirse a suficiente profundidad como para que el techo resista el impacto de las explosiones sin producirse derrumbamientos en su interior. A partir de ahí uno de los tipos más comunes es el conocido como refugio en galería que consistían en varios pasillos que se entrecruzaban en el subsuelo siguiendo un trazado en zig-zag. Este trazado impediría que una explosión en la boca del refugio pudiera expandirse hacia el interior ya que esta quedaría cortada en alguno de los tramos. Este es el caso del refugio de El Viso donde los refugiados deberían acomodarse a lo largo de las galerías.

Otra modalidad era el refugio de planta cuadrada con accesos. Este modelo, seguido en Villanueva de Córdoba, constaba de un amplio espacio central al que se accedía desde diferentes pasillos con un trazado recto. Aunque eran espacios muchos más amplios el principal peligro radicaba en que la explosión en la boca de acceso podía extenderse al interior causando una gran mortalidad.

El último tipo es el refugio de una sola galería y dos accesos, uno en cada extremo. Estuvo presente en algunos refugios de Pozoblanco o en el del aeródromo de Hinojosa. Consta de un pasillo recto al que se accede desde los laterales y es de capacidad más reducida.

Respecto a las dimensiones, lo ideal era que estos tuvieran 1 m2por persona aunque esto no siempre era posible. En el caso de los refugios a los que alude esta ruta podemos observar cómo el de Villanueva de Córdoba era mucho más amplio que el del Viso debido al gran número de refugiados que acogió esta localidad.

El interior de los refugios no ofrecía muchas comodidades, aunque siempre solía haber una serie de elementos indispensables para la supervivencia de sus integrantes. En primer lugar era indispensable la existencia de iluminación interior (siempre eléctrica o con baterías, nunca lámparas de petróleo) así como la presencia de material auxiliar (palas, picos, extintores, caretas antigases…) para defenderse de cualquiera de los innumerables peligros que entrañaba un bombardeo y tampoco era extraña la presencia de material médico.

Algo indispensable en los refugios eran los accesos, todos contaban con varias entradas por si una de ellas quedaba obstruida por las explosiones. Estas podían ser en rampa o en escalera ya que existía un desnivel considerable entre la calle y el interior. Por otra parte era fundamental que hubiera respiraderos para renovar el aire del interior.

El aviso de que se acercaban aviones se hacía mediante una alarma o con campanadas. Para ello existía un código reglamentado que indicaba si la aviación que se acercaba era amiga o enemiga, así como para marcar el principio y el fin del bombardeo.

Una vez finalizado el bombardeo comenzaba el lento despertar de los refugiados, atemorizados todavía y expectantes ante el panorama que podían encontrarse en el exterior. La angustia constante ante el interrogante de si sus familiares habían llegado a tiempo al refugio o de si su casa seguía en pie.

Refugio de El Viso.

La historia de este refugio es, seguramente, una de las más tristes de cuantos refugios existen en los Pedroches. Parece ser que su construcción se inició en 1937 y para ello se eligió un modelo de galerías que se entrecruzan bajo el suelo de la Plaza de la Constitución. Tras descender 6 metros accedemos a los pasillos del refugio, que se dividen en tramos cortos, de unos 6 metros, y estrechos, de algo más de 1 metro. Estos túneles fueron excavados por los propios habitantes del pueblo en la tosca, sin más herramientas que el pico y la pala. Conforme se recorren estos pasillos se pueden observar los contrafuertes de ladrillo y piedra que daban solidez a la estructura, así como los arcos y bóvedas que soportaban la cubierta. Aunque originariamente tuvo cuatro entradas, en la actualidad solo dos de ellas son accesibles desde la misma plaza.

Recorriendo los metros que separan la plaza del interior del refugio, pocas personas pueden imaginar el terrible bombardeo que sufrió la población el 25 de diciembre de 1938. Este día, varios bombarderos Savoia 81, escoltados por cazas Fiat, realizaban tres pasadas sobre El Viso.

Aunque ya existían refugios que se habían ido construyendo desde la Batalla de Pozoblanco, ese mes de diciembre fue la primera vez que el pueblo recibía algún tipo de bombardeo. Alrededor de las 12 del mediodía, mientras muchas personas transitaban por el pueblo o hacían cola para recibir algo de comida, comenzaron a sonar las alarmas de aviso por la aproximación de aviones enemigos. Inmediatamente la población se agolpó en la entrada al refugio, por lo que esta quedó totalmente obstruida. La desgracia no se hizo esperar y una de las bombas cayó justamente en la entrada, causando la muerte de unas 80 personas. Las bombas que se arrojaron sobre El Viso causaron además la explosión de un depósito de gasolina (posiblemente uno de los principales objetivos de la aviación) y dejaron 40 edificios completamente destruidos.

Refugio de Villanueva de Córdoba.

La estructura de este refugio es completamente diferente al anterior y responde a un modelo en el que diferentes túneles conducen a un espacio centralamplio. Su construcción, según algunos testimonios, se estaba todavía realizando en el verano de 1938 habiéndose comenzado unos meses antes y en ella intervinieron principalmente vecinos y refugiados de la localidad, a quienes pagaban un jornal diario. La premura por construir el refugio obligó a trabajar en turnos de 24 horas.

Como hemos dicho el refugio consta de una sala central donde sucesivos arcos de ladrillo y pilares de granito sirven para soportar el peso de la cubierta. Hasta este espacio se accede a través de varios pasillos que trazan una curva con que evitaban, de este modo, que la explosión llegara hasta el centro.

Villanueva de Córdoba fue otra población algo menos castigada durante el conflicto debido a que se encontraba algo más retirada de las líneas de frente. Según los testimonios, aunque la localidad fue bombardeada en varias ocasiones ninguna bomba llegó a caer en el interior del pueblos.

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